El baño en agua helada dejó de ser una práctica reservada para atletas de alto rendimiento o para climas extremos. En Colombia, cada vez más personas se suman a esta tendencia que combina disciplina mental, fortaleza física y un profundo contacto con el propio cuerpo. Lo que empezó como una curiosidad inspirada en métodos europeos hoy se expande en gimnasios, centros de bienestar y retiros de montaña en distintas regiones del país.
¿De qué se trata la inmersión en hielo?
La práctica consiste en sumergir el cuerpo en agua a temperaturas bajas —usualmente entre 5 °C y 10 °C— durante un tiempo controlado que puede variar entre 2 y 8 minutos. Más que una prueba de resistencia, se trata de un ejercicio de autocontrol y de conexión con la respiración, que busca activar mecanismos naturales del organismo para fortalecer la salud.
Los principales beneficios
Quienes han incorporado las inmersiones en hielo a su rutina destacan una serie de beneficios que están respaldados por la ciencia:
Recuperación muscular acelerada: ideal para deportistas, ya que disminuye inflamaciones y ayuda a reducir dolores posteriores al entrenamiento.
Refuerzo del sistema inmunológico: la exposición breve al frío estimula la producción de glóbulos blancos y fortalece las defensas.
Mayor claridad mental y concentración: el impacto del frío obliga al cerebro a enfocarse, lo que genera un estado de alerta positivo y mejora la capacidad de atención.
Reducción del estrés: la respiración profunda y la descarga de endorfinas producen una sensación de calma y bienestar.
Adaptación al cambio y resiliencia: enfrentar el frío fortalece la disciplina, la confianza personal y la capacidad de manejar situaciones retadoras.
Tendencia en expansión en Colombia
Aunque el país es reconocido por sus climas cálidos, ya existen comunidades que practican inmersiones en hielo en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali. Algunos gimnasios y estudios de bienestar ofrecen tanques especializados, mientras que en regiones de páramo y montaña se organizan experiencias al aire libre, sumergiéndose en lagunas o ríos fríos.
De hecho, cada vez más retiros de meditación y programas de respiración consciente incluyen sesiones de baño en hielo como parte de sus metodologías para transformar cuerpo y mente.
«Al terminar entendí que la verdadera «batalla» era conmigo misma. Dolió, costó… pero el hielo me demostró que la mente también se entrena».
Usuaria anónima
Recomendaciones para principiantes
Antes de intentar la práctica, los expertos sugieren seguir algunas pautas básicas:
No hacerlo solo: siempre acompañado de un instructor o grupo.
Preparar la respiración: inhalaciones profundas y exhalaciones controladas ayudan a manejar el impacto inicial del frío.
Empezar poco a poco: con duchas frías o inmersiones de pocos segundos antes de pasar a sesiones más largas.
Escuchar al cuerpo: nunca forzar el tiempo en el agua, salir si se presentan mareos o incomodidad excesiva.
Consultar con un médico: especialmente si se tienen problemas cardiovasculares u otras condiciones de salud.
Más allá de una moda
Para quienes lo practican, la inmersión en hielo es mucho más que un reto físico. Se convierte en un ritual de transformación que fortalece la disciplina personal, ayuda a sobrellevar la presión del día a día y abre una puerta hacia un estilo de vida más consciente y equilibrado.
